jueves, 7 de mayo de 2015

DISERTACIÓN SOBRE: EL PROBLEMA DE LA GLOBALIZACIÓN

Paula Heredia Cano 4º A 27 – 2 – 2015 EDUCACIÓN ÉTICO-CÍVICA: LA GLOBALIZACIÓN En la actualidad, nos encontramos en un mundo globalizado en el cual casi todo se mueve por el interés del poder y el dinero. Supuestamente, la globalización ha sido una fuente de progreso, pero está claro que muchos de los problemas de injusticia y muchas desigualdades tienen su origen en ella. De hecho, ¿por qué se permiten fusiones entre dos grandes empresas en algunos países, siendo esto una circunstancia que obliga a los consumidores a pagar los costes que ellas impongan? Pero, por otro lado, si no se fusionan no pueden competir con las multinacionales del sector y pueden ser fagocitadas por ellas. Otro punto muy importante es el reto del multiculturalismo. La mayoría de la población está a favor de multietnicidad, es decir, de la mezcla de personas nacidas en diferentes zonas del planeta en un mismo país. Sin embargo, nos negamos a aceptar que esas personas inmigrantes continúen con sus valores y formas propias de comportamiento. Pero, ¿qué razón hay para justificar nuestra decisión?, ¿No se supone que somos, en mayor parte, los países europeos los que promocionamos los derechos humanos? También, cabe hablar de la injusticia que genera la globalización. Mientras en los países ricos disponemos de grandes facilidades en el comercio, los países en desarrollo se tienen que fastidiar exportando, en su mayoría, los productos básicos y encontrándose aranceles carísimos. Manuel Ballbé, un articulista del periódico “El País” critica en uno de sus artículos las distintas condiciones que deben acatar las empresas españolas y las mínimas que obedecen las multinacionales norteamericanas. Según este autor, nuestro estado jamás podrá competir con América en el comercio, excepto cuando se produzca, si llega a producirse, un cambio de leyes y doctrina. Para explicar esto nos centramos en que, mientras en España no se permiten las fusiones entre empresas, en América se unen dos multinacionales y venden sus productos aquí. De ahí que nuestro país o, mejor dicho, nuestras empresas no puedan competir globalmente, llevándose las americanas todo el premio. Un ejemplo es la denegación de la unión entre Gas y Endesa, dos empresas españolas. Y, tras hablar de esta desigualdad que hay en el comercio, nos centraremos en otro problema, aún más negativo que éste: la no aceptación del multiculturalismo. Manuel Castells, escribió hace ya unos años sobre el multiculturalismo. Según él, es contradictorio que nos quejemos de la mucha población inmigrante que tiene España, siendo dicha población imprescindible para mantener el estado de bienestar con servicios como la educación, la sanidad, etc. También opina que deberían respetarse los valores y formas propias de comportamiento de estas personas. Esto quiere decir que hay que fomentar tanto la multietnicidad como el multiculturalismo, ya que el hecho de que hayan inmigrantes con sus tradiciones sólo puede traer beneficios. Para argumentar esto nos basamos en el único modelo que permite ambas contemplaciones, el modelo estadounidense. En este país, al mismo tiempo que se mantienen vivas las culturas de los grupos étnicos y nacionales, se afirma una cultura común que se superpone a las demás. Esta forma de sociedad, además de respetar los derechos de las personas, posibilita una creación de personalidad por los originarios del país más consciente y, también, más íntegra. Éste es un reto para el futuro, al igual que todas esas injusticias que existen por culpa de lo globalización y que debemos eliminar. Jacobo Quintanilla afirma que: “los gobiernos de los países ricos insisten constantemente en su compromiso con la reducción de la pobreza. Pero cuando los países en desarrollo exportan a los mercados del Norte se encuentran, por ejemplo, con barreras arancelarias cuatro veces superiores a las que se encuentran los países ricos.” Podríamos decir entonces que lo insistido por los países ricos es falso, que no ayudan a eliminar la pobreza porque no quieren, ya que si quisieran ya habría desaparecido. Para convencernos de esto cabe sólo mencionar que la deslocalización de empresas de países desarrollados a países en vías de desarrollo, aparte de aumentar la riqueza de los países, sobre todo incrementa la injusticia y la desigualdad al conseguir mayores beneficios a base únicamente del abaratamiento de la mano de obra y de las ventajas fiscales. Pues lo mismo ocurre en otras situaciones en las que además de propagar injusticia y desigualdad, también se propagan esclavitud, exclusión social, insolidaridad y guerra, y todo esto a causa de la globalización. En conclusión, los tres problemas anteriores nos muestran la necesidad urgente de un derecho internacional más eficaz, una autoridad mundial que impida la injusticia, el ventajismo y el incumplimiento de los Derechos Humanos. El primero de ellos por estar unas sociedades en ventaja respecto a otras; el segundo, por no construir una comunidad a partir del reconocimiento de la diversidad, de la tolerancia y de la interculturalidad; y el tercero, por poseer determinados países más ayudas en el comercio que los demás, desencadenando la desigualdad e injusticia.